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YNGWIE MALMSTEEN EN VORTERIX, LA SINFONÍA DEL HOMBRE ORQUESTA

YNGWIE MALMSTEEN, TEATRO VORTERIX, 19/10/2022

“No necesito un productor, ni nadie que me diga lo que tengo que hacer”, nos contaba telefónicamente Yngwie Malmsteen días antes de su show en Vorterix. «Así soy como artista: hago todo de una vez, como un pintor; tengo una visión perfecta de lo que quiero en mi mente». Y si hay algo que no se le puede reprochar al sueco es no defender con el cuerpo sus convicciones. Es que probablemente desde sus inicios como solista en 1984,, Yngwie está en el momento de su carrera donde está más próximo a hacer lo que siempre quiso: ser un hombre orquesta y valerse por sí mismo, sin necesidad de rendirle cuentas a nadie más que su ego.

Y el público que reventó Vorterix desde temprano (lleno total como hacía tiempo que no se veía) esperaba con ansias la salida del mesías de la guitarra frente a la barroca pared de Marshalls que funciona como única escenografía sobre el escenario.

Antes habían pasado Guitar Show, el proyecto que reúne a tres virtuosos guitarristas locales –Adrián SubotovskyCarina Alfie Marcelo Roascio- en plan G3 vernáculo, con muchas buenas intenciones (e incluso un bandoneonista invitado) que el mal sonido no permitió apreciar debidamente

YNGWIE SOLO BIEN SE LAME Pero todo cambiaría para el plato principal de la noche: un volumen fuerte y nítido que acompañó «Rising Force » el tema apertura con un Malmsteen físicamente a pleno, ocupando un 90% del escenario y dejándole el minúsculo espacio restante a sus músicos de apoyo («no hay una banda» nos contaba Yngwie en la mencionada entrevista) el tecladista y cantante Nick Marino, el bajista Emilio Martinez y el baterista Brian Wilson). Es que a pesar de que los musicos se encargan de ejecutar a la perfección la música compuesta por el jefe, es evidente que al sueco le gustaría prescindir de ellos. De hecho hace todo lo posible porque no les prestemos atención: no los presenta, elige un repertorio en su amplia mayoría instrumental para lucirse e incluso (¡horror!) se anima a las primeras voces, tal como lo viene haciendo en sus últimos discos.  Y ahí está precisamente el único punto débil del show: en la comparación con el correcto Marino -que se hace cargo de las voces en los clásicos- Yngwie sale perdiendo por goleada, por más que logre afinar y use toneladas de eco para disimular posibles falencias.

Pero al público no pareció importarle y reacciona con fervor argento a cada truco del mago de las seis cuerdas al poco elegante grito de “Gordo, gordo”. Es que, después de todo, Yngwie logra buscarle la vuelta a un repertorio a priori solo apto para conocedores acérrimos de su discografía (amén de sus ya clásicas interpretaciones de Bach y Paganini) compensándolo con su despliegue escénico –que incluye el descuelgue de guitarra y el incesante derroche de puas para los fans cercanos al escenario-, y su pirotecnia guitarrística demostrada (literalmente) con uñas y dientes.

FUERZA EN ASCENSO: Con una interpretación deslucida de “Like An Angel” (su balada más conocida arruinada por el excesivo vibrato y por la voz de Yngwie) como único momento flojo, el show hasta levantó pogo con la potente “Now Your Ships Are Burned”, la coreada “The Seventh Sign” y la consabida “Smoke On The Water” de Deep Purple, dejando para el final dos grandes clásicos: «You Don’t Remember, I’ll Never Forget» (del recomendado “Trilogy” de 1986) y la instrumental “Black Star” que abría su debut de 1984.

En definitva, con más de cuatro décadas de carrera Yngwie Malmsteen ya no necesita demostrarle nada a nadie; y es precisamente esa situación la que lo posiciona en un lugar que le resulta cómodo. Y tal como pudimos ver en Vorterix, y conociendo al protagonista de la historia, probablemente nada cambie demasiado en el próximo encuentro.

Fotos: Huberto Andrada

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