ENTREVISTAS - WALAS CIDADE DE MASSACRE: «LOS ROCKEROS SOMOS UNA ESPECIE EN EXTINCIÓN»
Meterse en el mundo Walas implica situarse en un terreno en donde el rock inevitablemente choca con el skate y en el que una rampa half pipe se da la mano con un pedal chorus, dos términos que durante la charla vía Zoom se repetirían más de una vez para dejar en claro algunos conceptos. De hecho, saldados los saludos de rigor, lo primero que apareció en la pantalla del Zoom fue una vieja tabla de skate a medio reparar… y unos dedos pegados con cola de carpintero: “¡Me acabo de pegotear los dedos con plasticola, boludo. puta que lo parió! Estaba restaurando una tabla de skate antigua y le estoy poniendo cola de carpintero y justo en el momento en que te saludé, meto la mano… ¡y mirá como quedé, boludo, mirá!” De todos modos -y a pesar de lo pegoteado del asunto- es una alegría que, tras un duro percance de salud, el presente del cantante lo encuentre en una faceta de restaurador de tablas mientras prepara una nueva tanda de conciertos con la banda de toda su vida. Es que Walas fue uno de los primeros músicos en ser internado por COVID-19, y el estado de su salud encendió las alarmas del mundo del espectáculo, hasta que luego de ser dado de alta sacó un video en sus redes (oportunamente comentado en MADHOUSE) alertando sobre el peligro del virus: “Hasta lo llegó a pasar Rial… ¡y dos veces! Y es lo que yo quería. Decirle, incluso a amigos míos, que hablaban de plandemia, de falsemia, de infectadura y todo eso… ¡NO LOCO! ¡Guarda, porque yo la pasé recontra mal!»
¿Sentís que tu experiencia sirvió? Porque incluso dentro del rock había mucho negacionismo, pero tu caso marcó un antes y un después…
Sí, por eso ni bien salí de la internación, me puse un poncho como si fuera Di Caprio en“El Renacido” y salí a dar el mensaje necesario, a aportar mi granito de arena para aquellos que todavía estaban quemando barbijos. ¡Y eso que yo soy recontra conspiracionista, eh! Ya me había informado del COVID antes de que exista. Sabía de todos los mecanismos de este Nuevo Orden Mundial; todo lo que ya sabemos de los planes de la élite y la pelea con China y Rusia por Huawei, por los I Phones… ¡pero esto es de verdad! Tiraron un verdadero Napalm, un verdadero Agente Naranja. ¡Pero la enfermedad me agarró de verdad! Realmente existe y hay que cuidarse porque nos hace pelota y deja muchos muertos. Y eso es lo que quise salir a comunicar. Y tuvo bastante llegada, porque como fui de los primeros en enfermarse, a quienes les era funcional mi mensaje lo replicaron por todos lados.
¿Y cómo estás ahora?
¡Ahora estoy 100 puntos! Lo único es que estoy más gorda y más confundida que nunca porque con la cuarentena engordé muchísimo más aún… (Risas) Me noto algunas secuelas físicas, anímicas, cognitivas y demás, pero estoy bien. Creo que la cuarentena me sacó mejor persona, porque hice montones de cosas: introspectivas, espirituales y de autoconocimiento. Y creo que salí mejor cantante también, porque con el tema de estar pendiente de administrar el aire, uno se pone también un poquito más profesional. Porque yo en realidad soy un punk rocker, un autodidacta, un amateur; pero los ejercicios que tuve de rehabilitación, me hicieron acordar mucho a cuando estudiaba canto y respiración. Así que creo que aparte de mejor persona, después del COVID quedé mejor cantante también.
CHUPATE ESTA MANDARINE
¿Cómo fue el regreso al vivo después de tanto tiempo’?
Tuvimos dos regresos: el primero fue el año pasado en el Mandarine Park, que fue bastante raro porque tocar con público en autos fue casi una experiencia social Para mí fue un auto test para saber cómo estaba como cantante… ¡y salí airoso! Después tocamos en el Konex con aforo reducido, pero en ese patio gigante igual entró un montón de gente.
Luego tocaron en el teatro Coliseo después de las últimas restricciones de este año…
¡Eso fue emocionante! Ya subir al escenario es emocionante, porque necesitamos rituales. Necesitamos liturgias, aplaudir y ser aplaudidos… poguear. Estamos con abstinencia, desconcertados, amordazados… estamos siendo parte de un experimento social donde creo que lo afectivo, el rock y el arte, hacen bien.
Y ahora repiten el ritual, porque vuelven al Coliseo…
Como quedó gente afuera vamos a repetir el mismo show. Estamos haciendo el relanzamiento de “El Mamut” que salió en formato 12 pulgadas, así que estamos tocando todo el disco en orden. Y como es un show con butacas, vamos a mostrar la fase psicodélica de Massacre. Nosotros tenemos dos fases: la poguera, la skate punk y la de cuelgue, la de viaje mental. Y el Coliseo tiene una acústica espectacular. Antes de la pandemia habíamos hecho un show de psicodelia sensacional, con coro, con rayos lásers…
QUE LAS MARIPOSAS SEAN LIBRES
Seis años pasaron desde la salida de «Biblia Ovni” el último disco de estudio de Massacre, y luego del ya mencionado regreso al vivo faltaba la vuelta al ruedo en el estudio. Espera que terminó a fines de junio pasado con el lanzamiento de “Mariposa”, single que los muestra acompañados nada menos que por el célebre Gustavo Santaolalla…
¿Cómo surgió esta colaboración?
Casualmente lo que nos unió con Santaolalla fue el teatro Coliseo, porque hace unos años lo fuimos a ver cuando vino a presentar ahí su disco “Racconto” y ahí lo conocimos. Y también nos unió el amor por lo paranormal, por los ovnis, la física cuántica, lo extradimensional, las logias, los misterios… todo lo conspirativo. Y en un momento entró en juego el hecho de producirnos, lo que finalmente se dio este año. Le mandamos un demo, así, muy rudimentario y nos dijo: “yo quiero producir esto”, así que nos pusimos a sus órdenes. Y cuando escuchó lo que grabamos bajo sus directivas me dijo: “quiero además tocar y cantar acá”. Y le dije: adelante maestro, bienvenido… Con lo cual, el concepto de productor se convirtió en «Feat.»
Esas colaboraciones tan de moda en estos tiempos…
Nosotros hacemos el chiste de que es una colaboración entre Massacre Palestina y Arco Iris. Pero además tiene un ingrediente muy importante: Aníbal Kerpel, el ingeniero de sonido con el que trabaja Santaolalla en Los Ángeles, con lo cual se convierte en una colaboración entre Massacre Palestina, Arco Iris y Crucis (N: banda en la que tocaba Kerpel), acaso la mejor banda de rock sinfónico que hubo en la Argentina. Ambos se fueron de muy jovencitos a Los Ángeles, justo en el momento de la explosión de la new wave…
Justamente te iba a comentar sobre Wet Picnic, la banda new wave que arman ellos en EE.UU. Hay muchos puntos de contacto entre esa época y las influencias de ustedes. Si lo vemos desde ese lado, la colaboración no es tan descabellada…
¡Exactamente! Y fijate otra cosa interesante de esa época: Mark Mothersbaugh, el líder de Devo, hace música de películas, lo mismo que Danny Elfman de Oingo Boingo. Lo mismo que hizo Santaolalla después de Wet Picnic, que era una banda new wave muy buena. Yo dividido a las bandas new wave en dos: las más rudimentarias, más punk; y las más virtuosas, como The Police que eran músicos de jazz, o los XTC, que podían tocar el género que querían pero se vieron metidos en la cosa new wave. Cuando Gustavo era muy pendejo, arma una banda liderada por una ex modelo europea llamaba Dana que los metió en una cosa de secta pero donde no había droga, ni alcohol e incluso había celibato (N: se refiere a la experiencia de vida en comunidad de los Arco Iris con la modelo ucraniana Danais Winnycka). Y esa experiencia de Santaolalla con Dana es bastante parecida a lo que hizo Velvet Underground con Nico, una ex modelo europea que se sumó a la banda… salvo que en la Velvet sí tenían sexo, drogas y rock and roll (Risas) Pero a nivel vanguardia eran experiencias parecidas. Y después Santaolalla hace Soluna, que también estaba buenísimo.
Es indudable que tiene una trayectoria impresionante…
En cuanto a lo musical yo lo considero mi gurú. ¡Antes de laburar con Massacre estaba haciendo música para la NASA! Y después se va a laburar con Café Tacuba y con Molotov. Yo lo escucho y aprendo, me puedo poner en el lugar de discípulo. Está en Hollywood, que es el centro de la información, es ese lugar en el que, como decía Iggy Pop, “se reproducen las serpientes”. Entonces cuando viene y me da información, yo lo escucho, me pongo solamente en discípulo.
DEFENSORES DE LA FEAT
El concepto de “Feat” se siente en el tema, sobre todo en el trabajo de las guitarras y toda esa cuestión climática y psicodélica que a ustedes siempre les gustó. ¡De hecho le dedicaron un tema a Jerry Garcia, el fallecido líder de Grateful Dead!
Nuestra cuna fue el skate punk, los Dead Kennedys y toda esa movida, pero rápidamente empezamos a mirar quiénes eran los vecinos de los Kennedys. Y ahí caímos en la psicodelia y en la movida de San Francisco, no sólo por lo artístico, sino también por las experiencias psicotrópicas, toda esa cosa chamánica que también nos nutrió. Creo que fuimos skate punks durante 15 minutos y rápidamente caímos en el rock de los 60 y sus subproductos. Un artista que nos representa es R.E.M, que es un poco la cruza entre los punks de los 80 y la influencia de bandas previas como los Grateful Dead, los Jefferson Airplane, los Byrds… todas esas bandas de los 60. Creo que eso es lo que más nos gusta hacer, porque para consumir somos más 80: la new wave, Blondie, todo eso; pero nos gusta más sonar como los 60. En los shows de psicodelia solemos hacer medleys que arrancan en un tema de Massacre, que después se convierte en un tema de Flaming Lips, después se va a convirtiendo en Pink Floyd, después en un tema de los Doors y después vuelve al tema de Massacre… Me parece que eso es lo que más nos gusta.
¿La idea es grabar todo el disco con Santolalla?
Con él vamos a grabar un mini álbum, de tres o cuatro canciones, que son el demo original que hicimos. Va a ser la primera fase, “la fase Santaolalla”. Después lo siguiente lo trabajaremos con otros productores. Ahora viene un segundo corte que es una bomba atómica. ¡Hay que ponerle doble carburador!
Hablando de productores: ustedes trabajaron con varios que dejaron su huella: Juanchi Baleirón, Ale Vázquez y la dupla Guyot-Toth. ¿Cómo es esa cuestión de dejar que otra persona opine sobre tu música?
(Piensa) Es difícil, sobre todo teniendo en cuenta cómo somos los Massacre de herméticos, impermeables y de defensores a ultranza de la obra, especialmente El Tordo (N: el guitarrista Pablo Mondello). Yo soy más complaciente, más inseguro, en cambio El Tordo es muy firme y no le podés cambiar ni una coma. Entonces tuvimos diferentes experiencias: cuando colaboramos con Juanchi fue una cosa, cuando colaboramos con Ale Vázquez fue otra… y cuando laburamos con Toth y Guyot… ¡llegamos a los gritos!
¿Cómo fue eso?
Una cosa que nunca me había pasado era pelearme a los gritos con el productor. Está todo ese folklore que se teje alrededor, como la anécdota de que Phil Spector tiraba tiros adentro del estudio. Nosotros, según las experiencias, poco a poco fuimos incorporando la mirada del otro; si vienen con una cuestión de estructura, si dos estribillos son mejor que uno…. llegamos a acuerdos. Pero Guyot y Toth encima son un dúo, y la comunicación y el ponerse de acuerdo es todo una locura. Ahora lo puedo contar porque ya pasó, pero de repente me ponía los gritos y les decía: “¡Te das cuenta de que si yo escribo esto, nos aplaude la revista Rolling Stone; en cambio si yo escribo esto otro, nos aplaude además la crítica literaria!”… A ese nivel de tiroteo llegamos (Risas). Pero ahora con Santaolalla es completamente distinto; tenemos una cosa reverencial de no querer modificarle casi nada, porque ya sabemos que el tipo, con los Oscar y los Grammy que grabó, es dueño de la pelota. Entrega música a películas de Hollywood y les dice: “no me cambien nada”… ¡y se lo respetan!
MÁS ACRES PARA MASSACRE
Fue tal la evolución de la banda en sus casi cuatro décadas de vida que es cada vez más difícil encontrar ecos del pasado de Massacre Palestina en el presente de la banda. Y aunque la banda no reniegue de su historia, hoy en día se hace difícil pensar que este frontman que sale en cada concierto a comerse el escenario, en los comienzos de Massacre Palestina se quedaba aferrado a su guitarra a un costado, dejando la comunicación en manos del primer cantante del grupo, el ya fallecido Richard Serafini.
¿Cómo fue esa transición entre el Walas-guitarrista al Walas-frontman?
Es que de muy chiquito me empecé a mover entre dos faunas: los primeros skaters de acá, y otro grupo de amigos más intelectuales, que eran del Nacional Buenos Aires, que fueron los que me dieron el componente ideológico. Tengo las dos cosas por suerte: ese amor por la naturaleza y por el deporte individual, por no depender de que otro te pase la pelota para meter el gol, sino que vos sos la pelotita de ese juego; y después tengo lo literario, lo estético, las charlas debate de ciclos de cine. Y en eso agarro una guitarra que era de mi abuela y empiezo a componer canciones que orbitaban un poco entre Agent Orange y TSOL y esa cosa más minimalista de The Cure, Siouxsie y Joy Division.
Y ahí empezás con la idea del grupo…
Y ahí empiezo a convocar a algunos compañeros del colegio y a algunos de la rampa de skate para hacer, salvando las distancias, una especie de casting, tal como hicieron Vivienne Westwood y Malcolm McLaren cuando eligieron a Sid Vicious y Johnny Rotten para los Sex Pistols. Empiezo a buscar quién tenía un bajo, quién tocaba, quién podía cantar. Y así formamos Massacre Palestina donde mi rol era el de autor y compositor, pero no el de cantante, no iba al frente. Yo estaba ahí atrás, medio tímido. De hecho, hay una entrevista que nos hace Mauro Viale en un programa de los 90 y yo ni aparezco…
¿Cuándo fue que decidiste pasar al frente?
Cuando nuestro cantante Richard nos dice que se va de viaje a estudiar cine. Ahí se mueven las piezas y todos me dicen que yo tengo que largar la guitarra y pasar al frente. Primero dije que no, que me daba miedo, vergüenza… entonces en un momento fuimos dos guitarras y una chica que tocaba el bajo, y lo hacía infinitamente mejor que todos nosotros juntos. De hecho al toque se fue a vivir a Londres. Y después fuimos cambiando las formaciones, pero la verdad es que tenían razón, yo tenía que ocupar ese lugar.
MASSACREMORFOSIS
Ya como Massacre, cambio de nombre obligado luego del ataque terrorista a la embajada de Israel, el grupo iría logrando su status como banda de culto, oficiando de telonero de cuanto acto rockero internacional se presentara. «¡Fue una época divina!» recuerda Walas. «En un momento nos convertimos en la banda telonera de bandas extranjeras por excelencia: las de heavy, las de hardcore, las de punk… venia Agnostic Front e íbamos nosotros de la mano, venían los Ramones, Danzig, Henry Rollins o Fugazi y tocábamos nosotros. No sé si no habría otros referentes o si nosotros englobábamos a todos, pero éramos los referentes obligados»
¿Qué recuerdos rescatás de esa época?
Recuerdo estar, no digo por fuera pero sí de costado del rock oficial, ocupando ese lugar que previamente ocupaba Sumo, el de ser medio rara avis, medio distintos. Esa cosa mitad surfista y mitad artística toda mixturada gracias al Tordo que pisaba un pedal y sonábamos lo pulenta que podíamos ser al querer evocar a los Dead Kennedys, para de repente caer en los climas de Siouxsie And The Banshees o Cocteau Twins… Cuando queremos, metemos fuerza y de repente metemos clima. Los temas de Massacre se caracterizan por eso.
MASSACRE, DE PENAL
Uno de los eventos más recordados de la escena rockera local de principios de los 90’s fue “Radio Olmos”, un festival que se realizó el 17 de agosto de 1993 en la Unidad Penitenciaria N° 1 Lisandro Olmos y que contó con la participación de Pilsen, Lethal, Hermética, A.N.I.M.A.L, Attaque 77, los británicos UK Subs y por supuesto Massacre, quienes protagonizarían una de las anécdotas más recordadas del evento…
Hay algo particular que siempre te quise preguntar, porque me parece una anécdota fascinante. Cuando tocan en Radio Olmos, justo está preso en esa cárcel un amigo de ustedes apodado Rapaez. ¿Quién era y cómo lo conocían?
Rapaez era Ramón, un amigo nuestro que era un surfista de Mar Del Plata y que había caído preso por una metodología que había en la época: meter falopa dentro de las tablas de surf. Una metodología de contrabando. Y lo cazaron no sé en qué movida para Hawaii y cayó preso. Olmos era una cárcel de encausados, no era de condenados, o sea que los que estaban ahí todavía no tenían condena. La cosa es que tocamos en el patio gigante, había 3000 internos. A la mitad que tenía buena conducta los dejaron salir al patio a ver el show, y la otra mitad lo veía desde la ventana. Era bastante conmovedor, algo súper emotivo. Y sabíamos que estaba nuestro amigo ahí, por eso en el disco que se grabó se escucha que le dedicamos canciones, que le decimos cosas…
¿Y lo pudieron ver al final?
No, después no lo vimos, ¡se ve que tendría mala conducta! (Risas)
Recién contabas eso de ser teloneros de todas las bandas que venían y ustedes en ese momento empiezan a tener un crecimiento sólido, pero lento hasta que llega “El Mamut” donde explotan. ¿Cómo se dio ese salto? ¿Fue el disco? ¿Fue que estaban en el momento justo?
Las dos cosas. Nosotros estábamos a punto de caramelo a nivel musical y a nivel instrumentistas; yo también estaba muy bien porque había estudiado canto. Pero lo más importante fue el productor, que puso a la consideración a todos los elementos. Porque nosotros hasta ese momento nos producíamos a nosotros mismos. ¡Nos queríamos hacer los My Bloody Valentine y metíamos 85.000 cosas que después no se entendían nada! Cuando Juanchi Baleirón agarró esos temas, nos ponemos a la par y así salió “El Mamut”, que tiene su distorsión, sus capas medio ásperas, pero bien administradas y sobre todo se entiende la voz y la letra… el mensaje era más radiable. Entonces creo que fue justito el momento bisagra.
PODER INCUESTIONABLE
Para ir cerrando, nombraste bandas como los Dead Kennedys o los Grateful Dead que utilizaban el rock como forma de protestar contra el sistema. ¿Queda todavía algo de ese espíritu en el rock o hay que pensar en otra cosa?
No, hay que pensar en otra cosa. Lo único que queda son gerontes que van a durar lo que duren, pero después ya no va a haber más protesta y ya no va a haber más rock. De esos artistas cuestionadores que mencionás, ¿quién vive todavía? Dylan, Neil Young y listo. Ya no hay ni un Leonard Cohen, ni un Bowie. ¿Sabes por qué? Porque el poder, no los gobiernos, sino el poder, no quiere más cuestionadores, no quiere más generadores de revoluciones, no quiere más chispas de revolución, no quiere más Vietnams, ni Mayos Franceses.
El rock tuvo ese impacto como cuestionador del poder…
¡El rock llegó a esmerilar sistemas políticos poderosos! Por eso el poder va a dejar que se mueran los últimos rockeros, y después va a aparecer una nueva fábrica de soldaditos con el pelo cortito como en la colimba. La minifalda, el Mayo Francés, la pastilla anticonceptiva… todas esas conquistas sociales qué hubieron en los 60 realmente le rompieron las pelotas al poder; y el poder no va a permitir nuevos cuestionamientos. A mí me gustaría mentirme a mí mismo y decir que va a aparecer un nuevo grupo, pero no lo creo. Y si surge, lo van a meter en una lista negra, lo van a freezar, lo van a cajonear y se quedará tocando para diez amigos. O lo que es peor, le van a poner un veneno y lo van a sacar de la cancha. ¡Así que disfrutemos de lo que tenemos! Somos una especie en extinción y casi te diría que, como vienen los números, los rockeros nos vamos a convertir casi en una logia secreta y nos vamos a tener que ver en la clandestinidad. Vamos a ser una nueva humanidad, en donde lo cultural y lo pensante no van a tener lugar. El rock, y lamento decirlo en la revista MADHOUSE, no está ni en agonía, ni en terapia intensiva ni en coma, ¡sino que ya está directamente terminal!
¡Creo que es el momento para cerrar la charla entonces! (Risas)
¡Fue una alegría hablar con los MADHOUSE! ¡Yo sigo usando mi vieja remera de MADHOUSE de los 90 y me encanta! ¡Nos vemos la próxima!
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