JOE PERRY - Sweetzerland Manifesto (Roman Records 2018) *** 1/2
Cual siameses rockeros, y tal como Jagger/Richards, es
difícil pensar a Joe Perry sin su
sosías Steven Tyler. Es que no por nada, los autoproclamados Gemelos Tóxicos se convirtieron en la mejor dupla compositiva
rockera que alguna vez haya salido de Boston. Es por eso que las veces que Perry
intentó despegarse de su compañero en Aerosmith
(salvo quizás en su debut solista Let the
Music do the Talking de 1980) no tuvo ni por asomo el éxito que supo cosechar con su banda madre.
Mientras el futuro de Aerosmith parece bastante incierto, Anthony Joseph Pereira (tal
como reza su Tarjeta de Seguro Social) decide reincidir nuevamente sin su hermano musical,
y para su sexta placa solista (si incluimos también a los tres discos lanzados
bajo el ala del Joe Perry Project),
el guitarrista da una buena muestra de lo que es capaz a los 67 años y luego de superar algunos problemas de salud.
Luego de una intro (“Rumble in the Jungle”) que bien podría
haber estado en algún disco de Aerosmith de los 90s. Sweetezerland manifesto comienza a tomar forma con “I’ll do
happiness” un blues marchoso y distorsionado con Terry Reid en la voz, quien fue la primera opción de Jimmy Page en
el embrión de Led Zeppelin, antes de
que se cruce un tal Robert Plant en
el camino.
Es que el punto fuerte de este manifiesto musical de Perry
está en los invitados: Robin Zander
de Cheap Trick se encarga de las
voces en el primer corte “Aye, Aye, Aye"; Johnny
Depp marca el ritmo en la batería de “Eve of Destruction”, un cover de P. F. Sloan, Zak Starkey (hijo de Ringo
y compañero de Joe junto con Depp y Alice Cooper en el proyecto Hollywood Vampires)
azota los parches en “I’ll Do Happiness,” y sus hijos Roman y Tony hacen lo
suyo en el instrumental “Spanish Sushi”.
Estar rodeado de buena compañía y sin presiones comerciales de por
medio, parece haber recuperado el espíritu rockero y blusero del viejo Joe, que se
pone al hombro el proyecto y desgrana algunos buenos momentos como “I’m going
crazy” junto al legendario David
Johansen de los New York Dolls, que
hacen olvidar el mal trago que fue Music
From Another Dimension, el último opus de Aerosmith.
En un saludable retorno a sus orígenes, el pulso rockero de Aerosmith pone de manifiesto que hay futuro más allá de las consabidas baladas para MTV (una formula hace ya tiempo agotada) y lo hace a través de una delicada maquinaria de precisión suiza y con una pequeña ayudita de sus amigos.
En un saludable retorno a sus orígenes, el pulso rockero de Aerosmith pone de manifiesto que hay futuro más allá de las consabidas baladas para MTV (una formula hace ya tiempo agotada) y lo hace a través de una delicada maquinaria de precisión suiza y con una pequeña ayudita de sus amigos.
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