Terminator: Salvation

La cuarta película de la saga creada por James Cameron es una decepción absoluta. Si Jonathan Mostow en Terminator 3 optaba por releer las dos películas de Cameron en clave casi paródica, Mc G no tiene mejor idea que repetir la ecuación en clave solemne, en un contexto que no lo pedía y la parodia termina siendo involuntaria. Terminator 4 estaba destinada a cumplir con las enormes expectativas de aquellas escenas del futuro de las primeras dos películas en las que se sugería la mítica guerra contra las máquinas. Semejante premisa era prácticamente imposible de cumplir, ya que lo atrapante de aquellas secuencias era justamente lo poco que mostraban y lo mucho que dejaban librado a la fantasía del espectador. Claro que para por lo menos intentarlo, había que tomarse el asunto en serio, cosa que Mostow no hizo en la tercera, optando por los guiños y el entretenimiento agil y pasajero, y narrando solo lo precedente al inicio de la guerra. Mac G parece haberlo intentado a medias, pero el híbrido entre seriedad y citas a la saga no pudo haberle salido peor. Tal vez habría que preguntarse porque elegir al director de Los Angeles de Charlie en primer lugar, un realizador proveniente del videoclip cuyo estilo parece apto solo para ligeras aventuras en clave posmoderna y televisiva.

T4 es, en su conjunto, una única gran secuencia de acción, con intervalos solemnes y sobreexplicativos. La acción en este caso es entendida como sucesión de explosiones y persecuciones sin el más mínimo atisbo de suspenso climático, efectos especiales exhibicionistas, y reiteración de situaciones de las películas anteriores apenas recicladas. Los intervalos están, básicamente, para: 1) ajustar cuentas con los fanáticos, tratando de cubrir todos los baches de credibilidad respecto del universo de Terminator, que Mac G y la decena de guionistas que reescribió el guión optan por ignorar o modificar a su antojo; 2) dar rienda suelta a los monólogos apocalípticos de John Connor, un Christian Bale sorprendentemente duro (debe ser la peor actuación de su carrera), a menudo imitando las transmisiones de radio de Will Smith en Soy Leyenda (¿no detecta Skynet a los radioaficionados?), vociferando sus pensamientos como si de una voz en off se tratase; 3) intentar espasmódicamente de dotar de algún tipo de sentimiento a los personajes, buscando una identificación con el espectador perdida de antemano entre tanto vértigo efectista. Por supuesto que lejos está T4 de retomar el costado mítico de los films de Cameron, ni de preocuparse el mínimo por sus ingredientes de cine fántastico. Todo es acción extra brut y descansos sincronizados. Encima, T4 parece un mero adelanto de las secuelas que vendrán, que con esa excusa justifica sus incoherencias en la trama (ej.: situar los combates a la luz del día cuando los Terminator, hasta ahora, eran más fáciles de derribar de noche: seguramente en la próxima película aparecerá una línea de diálogo que justifique la alteración de la regla). Una decepción absoluta.

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