CONCIERTOS: MASTERS OF ROCK, LOS JOVENES DE AYER, LAS LEYENDAS DE SIEMPRE

 


“Grandes valores del ayer /serán los jóvenes de siempre,/los eternos,/los que salen por TV” cantaba Charly García hace 43 años en “A Los Jóvenes De Ayer” haciendo referencia a los viejos tangueros con los que se cruzaba en SADAIC cada vez que iba a cobrar. Y si comparamos esa imagen con la del presente, la única salvedad es que, sobre todo en esta ultima década y media, el refugio de los rockeros clásicos no es un solemne programa de TV conducido por Silvio Soldán sino una maquinaria impresionante de giras que les permite asegurarse una jubilación más que digna que quizás nunca lleguen a disfrutar.

Y en tiempos donde -parafraseando de nuevo a Charly- que se puede hacer salvo ir a shows, el Masters Of Rock en el abandonado Parque De La Ciudad presentó una grilla protagonizada por tres bandas (los horarios nos impidieron disfrutar a Helloween, Avantasia y Horcas) que no solo ya dieron lo mejor de sí hace décadas e incluso se despidieron de su publico en ocasiones previas. Hecha las presentaciones, vamos con los detalles

DEEP PURPLE: EL VIAJE ESPACIAL QUE NO TIENE FIN

La luz del día fue un detalle bastante pintoresco para presenciar una nueva visita de Deep Purple a estas pampas, esta vez en plan matinee y con el atractivo de presentar nuevo integrante por primera vez en 20 años: el guitarrista Simon Mc Bride reemplazante de Steve Morse quien se retiró del grupo para pasar más tiempo junto a su esposa enferma. Y lo que en un principio parecía una salida provisoria y apresurada, desde la apertura con la inoxidable  “Highway Star” (abrir con ese tema es empezar a ganar el partido desde el vestuario) demostró ser un aliciente para que este Mark IX esté a la altura del legado. Es que Mc Bride le inyectó al quinteto de Hartford una nueva energía no solo por su juventud (el guitarrista nació en 1978, cuando la banda ya era una leyenda y se encontraba separada por primera vez) sino también por su sonido más cercano al mítico Ritchie Blackmore que a su antecesor, más ligado al prog y al jazz

El setlist como siempre se basó en los himnos de “Machine Head” e “In Rock”,  dejando algo de espacio para algunas sorpresas como “No Need To Shout” de lo que se suponía iba a ser su disco despedida de 2020 “Whoosh!”, “Into The Fire” tocada en vivo por primera vez desde 2015 y “Anya” (¡!) esa gema oculta de “The Basttle Rages On” el ultimo disco con el Hombre De Negro en las seis cuerdas

Con el Sr Orquesta Don Airey dirigiendo todo desde el teclado y la perfecta simbiosis entre Paice y un Glover cada vez con mayor protagonismo, los ojos estaban puestos en la performance de un Gillan de casi 78 (muy bien vividos) años que encima contaba con el trágico peso de perder a su esposa hace tan solo unos meses. Y el viejo y tembloroso Ian dejó todo en el escenario, llevándose todos los aplausos y varios ojos humedecidos en (precisamente) “When A Blind Man Cries” que terminó con sus ojos azules mirando al cielo y todos los presentes aplaudiendo a rabiar. La leyenda purpura que tantas veces amagó con su retiro, parece no tener fin.


 

SCORPIONS: HURACANES QUE SOPLAN VIENTOS NOSTÀLGICOS

Los Scorpions fueron pioneros en anunciar su gira despedida y luego desdecirse. De hecho su ultima vez en la Argentina había sido en el marco del “Farewell World Tour” en un Luna Park repleto de fans que buscaban despedir a sus ídolos… que volvieron al ruedo poco tiempo después, porque sabemos que los rockeros (menos John Deacon) no se jubilan.

Y el quinteto teutón arrancó con “Gas In The Tank” de su último disco “Rock Believer”, toda una declaración de principios, aunque la fragilidad del cantante Klaus Meine (próximo a cumplir 75 primaveras) nos recuerde que el tiempo pasa para todos aunque te vistas de cuero, quedando el protagonismo visual a cargo de la dupla guitarrera Schenker/Jabs que no solo se conocen de memoria, sino que se complementan muy bien.

En este caso el encargado se revitalizar a la banda fue el animal de Mikkey Dee, el ex batero de Motorhead que hace que los clásicos de antaño como “Bad Boys Running Wild”, Blackout” o “Big City Nights” suenen más potentes, aunque no pudo hacer nada para evitar el tedio que resultó una versión de "Winds Of Change" con la letra cambiada en solidaridad con Ucrania (el silbido del principio lamentablemente se mantuvo)

Con un protagonismo más marcado de su bajista polaco Paweł Mąciwoda (que combinado con la potencia de Dee le dan a la banda un filo más metálico) y nada menos que cuatro temas de su ya mencionado nuevo disco en el setlist, los alemanes le hacen frente al paso del tiempo demostrando que todavía pueden rockear como un huracán, sobre todo teniendo en cuenta que el viento es más viejo que ellos… y todavía sopla.


KISS: EL ¿ULTIMO? TRUCO CARAPINTADA

¿Y qué decir de Kiss? Cualquier mago que se precie de tal, sabe que si un truco funciona no hay que cambiarlo. Y eso bien lo saben los carapintadas, que dieron un show impecable tanto a nivel visual como musical, sacando conejos de la galera permanentemente: pirotecnia, fuegos, lásers, arneses y plataformas, los cuales, sumado a un setlist con pocas sorpresas pero muchos hits, le hacen honor al mote de "la banda más caliente del mundo".


Los que vieron su falsa despedida del año pasado ya saben que no hay nada demasiado nuevo bajo el sol. En este caso sólo un cambio de tema (se fue la ochentosa “Tears Arte Fallin’”, entró la setentosa “Makin’ Love” ), la solidez de Singer y Thayer en una performance sin fisuras y apuntalando estratégicamente en las voces, un Paul más verborrágico que nunca (si, sigue sin hablar muy bien español pero comprende nuestros sentimientos) y un Gene más interactivo con el público, demostraron que, al menos en intención, esta fue la largamente esperada despedida, al menos del Kiss conducido por Stanley y Simmons que conocemos hasta hoy

En definitiva, un show rockero impactante que acompaña un espectáculo visual impecable que marcó la ¿última? posibilidad de comprobar que, si queremos lo mejor... obtenemos lo mejor.


Comentarios

Entradas populares