IGGY AND THE STOOGES – Ready to die (Fat Possum Records 2013) ***


Llegando al final de la fiesta
Con el regreso de James Williamson, la Iguana reune una vez más a su vieja banda para un nuevo disco 



Cumplir 65 años y seguir teniendo los mismos abdominales que a los 20 implica una importante responsabilidad para Iggy Pop, quien, luego de la edición de Apres en 2012 (una colección de versiones de, en su mayoría, temas en francés) y ya pasado el duelo tras la muerte del guitarrista Ron Asheton en 2009, finalmente regresa con su vieja banda, con nada menos que James Williamson en las seis cuerdas, su mano derecha en la composición del clásico Raw Power de Iggy and the Stooges (1973) y co equiper en el disco Kill city (1977), dos gemas que trazaron un puente entre el garaje rock y el punk

A la primera escucha, Ready to die es lo que uno podría esperar de los Stooges Modelo 2013: riffs aguerridos, pretendida suciedad y estribillos repetitivos, tal como sucede en Burn y Gun, temas que resultan obvios, aunque no por eso disfrutables.

Si bien canciones como Job recuerdan a los trabajos de Iggy de principios de los 90s, el sonido de Ready to die (a diferencia del poco logrado esfuerzo anterior de la banda: The weirdness) prueba ser un balance entre la crudeza del viejo material de los Stooges con la madurez de los últimos esfuerzos solistas de la Iguana.
Dicha madurez es precisamente la que le aporta al álbum sus momentos más interesantes: la melancólica  Beat that guy y la balada Unfriendly Word, ideales para el grave registro del cantante.

Williamson, a pesar de haberse retirado de la escena,  se encuentra sin embargo en buena forma, y se destaca en los punteos del tema Ready to die, mientras que el resto de los históricos apenas cumple, destacándose sobre todo el legendario saxofonista Steve Mackay, quien le aporta a algunos toques de free jazz, (tal como en la época de Funhouse) a temas como DD's, por sobre el otro miembro original Scott Asheton  que conforma una discreta base junto al ex Minutemen Mike Watt en el bajo.

El cierre es con The departed, una sentida balada dedicada al fallecido Asheton, que en uno de sus versos dice: “el alma de la fiesta se fue, pero los invitados se quedaron, y sé que se lo van a hacer por más tiempo”, toda una declaración de principios para un disco que, si bien es mucho mejor que su antecesor, está bastante lejos del nivel de aquellos clásicos que quizás ya nunca logren superar



@aledocarmo

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