OPINION - Festivales: el negocio más redondo de la historia

Voy a dejar de lado el estilo del blog para contar algo que viene ocurriendo desde hace tiempo dentro del periodismo de rock y parece que no se conoce demasiado. No es mi intención crear polémica, pero si intentar reflexionar acerca del presente de nuestra profesión y de la escena festivalera.

Como en una gran cantidad de eventos nacionales e internacionales solicité a través de La Isla de los Monos, el programa de radio que conduzco por FM 90.1, una acreditación para el Pepsi Music/Festival Mas Grande. Obviamente (no esperaba otra cosa) la respuesta fue negativa. Si bien esta es la tercera temporada del programa, sabíamos que para un medio chico conseguir una entrada en alguno de los grandes eventos musicales, es poco menos que una utopía.

De todos modos fue grande mi sorpresa al enterarme que una importante cantidad de medios alternativos destacados (El Acople, Rock.com.ar, Mavirock, entre otros) tampoco fueron acreditados alegando que “el cupo dependió de las ventas del show y demás derivaciones comerciales”

Analizando las reseñas de los shows en los medios grandes (¿serán parte de las derivaciones comerciales a las que hacía referencia el comunicado de prensa del festival?) no encuentro ninguna mención (más allá de algún comentario de ocasión sobre la lluvia caída y sus efectos) a la pésima organización del evento. Ni siquiera me preocupa que no se acrediten a los medios chicos y que se decida llenar el VIP de famosos ya que queda claro que el objetivo de este tipo de shows es la recaudación, sin tener en cuenta el hecho artístico, que los hubo y muy buenos. Lo que si me llama la atención es que el trato a la prensa de elite resulte en el tratamiento benévolo de lo acontecido.

¿O acaso los colegas que fueron a cubrir el festival de manera oficial no se encontraron con las zonas anegadas en penumbras sin ningún tipo de señalización? O no tuvieron que hacer una fila de una hora para usar un baño químico meado, o como muchos usar la opción de los yuyos (que bastante crecidos estaban dentro del complejo)? ¿O no sufrieron en carne propia la falta de seguridad y asistencia de personal idóneo (en la platea el acomodador dijo minutos antes de que arranque Pearl Jam: “tengan cuidado que nosotros ya nos vamos”? ¿O no se embarraron hasta las rodillas al querer trasladarse de un escenario al otro, temiendo lastimarse seriamente por una caída a cada paso que daban?

Bueno, yo si viví todo eso, y eso que pagué $500 con nueve meses de antelación y que termine perdiendo medio dia para retirar la entrada en el complejo de Costanera Sur a pesar de haberle pagado a la empresa Livepass para que me brinde ese servicio.

Lamentablemente las cosas no creo que vayan a cambiar. Desde el mismo momento en que la encargada de prensa del Festival piensa que los pedidos de acreditaciones son mangueos de entradas (en un desafortunado mail que tengo en mi poder), está claro que a los grandes organizadores de recitales no les importa que se cubra el show. No les interesa que se difunda lo que ocurrió en El Festival. No les sirve como empresa

Cuando veo a Flavia Palmiero en el VIP preguntando cuanto falta para irse al segundo tema de Pearl Jam y yo me tengo que alejar 150 metros en el medio de la nada para salir al aire en vivo en una radio porque no hay una infraestructura para cubrir de manera semi profesional un show (ni siquiera hablo de acceso a los sectores de prensa con comodidades para los periodistas, ya que al menos para los que conozco son un mito, salvo que tengas buenos contactos) me doy cuenta que el negocio es redondo: buen trato a los amigos, silencio en los grandes medios y todos contentos

Que siga el show amigos, pero al menos no digamos que no lo sabíamos

Lee la reseña del show acá