SMASHING PUMPKINS – Monuments to an Elegy (BMG 2014) *** 1/2
A medida que la estela de la escena alternativa y el rock de
los 90s se iba diluyendo, la calidad de los discos de Smashing Pumpkins
recorría paralelamente el mismo camino. Hasta que en el cambio de milenio, Billy
Corgan decidió barajar y dar de nuevo.
Pero ni la creación de Swan (el proyecto compartido con el
baterista de SP, Jimmy Chamberlin y la argentina Paz Lechantin) ni el comienzo
de su carrera solista, pudieron acercar ni remotamente al calvo guitarrista a
las épocas de esplendor
El intento de rearmar Smashing Pumpkins en 2006
(primero solo con Chamberlin y luego con una selección de sesionistas de los
cuales solo se mantuvo el guitarrista Jeff
Schroeder) trajo nuevo material y un nuevo concepto: el de un disco constante,
llamado Teargarden by Kaleidyscope que engloba lanzamientos dispersos de canciones en distintos
formatos.
Monuments of an Elegy (la segunda entrega en formato LP de
Teargarden... ) ya desde los tintes góticos de la apertura Tiberius muestra a
Corgan intentando volver a las épocas de Mellon Collie and the Infinite Sadness y (sobre todo) Adore,
con una mezcla de fuerza y melancolía, presentando sorpresivamente a un
desperdiciado Tommy Lee de Motley Crue como baterista estable, cuya labor se pierde
entre las máquinas de ritmo
Si el proyecto de Teargarden by Kaleidyscope y
sus 44 canciones podía sonar megalómano, Monuments to an Elegy tiene a favor
sus 34 minutos de duración en solo 9 tracks, con Anaise y Dorian recuperando la
fuerza melancolica perdida, de lo mejor junto al
resabio grunge de One and All (We Are) que Corgan (no casualmente) nos reserva para el cierre.
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