Es sólo un postmoderno, pero me gusta

Sobre Quentin Tarantino y Bastardos sin Gloria

No es casual que los films de Tarantino hayan ejercido tanta influencia en el cine actual. Se trata del realizador más claramente postmoderno del cine norteamericano. Su cine está hecho de retazos de memoria cinéfila, hilados caprichosamente por la imaginación lúdica del realizador.

Con Bastardos sin Gloria, Tarantino hace una película bélica sin batallas, una de espías sin persecuciones, una de detectives camuflada de película de guerra, un western, una comedia, una exhaltación del cine, una historia de la Segunda Guerra Mundial sin la menor preocupación por la fidelidad histórica, una de acción donde los héroes yankis cazan a los nazis sin piedad.

Bastardos sin Gloria es la película de Tarantino que más claramente refleja sus intereses. Combina sabiamente el deslumbramiento visual de Kill Bill. Vol. 1, con los filosos y sostenidos diálogos de Tiempos Violentos. Los cruces de distintas líneas narrativas con la cinefília bien diluida en la trama. De Hitchcock a Fassbinder, todo el cine tiene un lugar en la filmografía de Tarantino (aquí hasta le da el papel del "Oso Judío" –un tipo que desparrama cerebros nazis con su bate de beisbol- a Eli Roth, director de Hostel, un film de terror sobre sádicos torturadores que se ensañan con jóvenes turistas).

Pero por sobre todas las cosas, lo que se destaca como en todas las películas del director, es que su estética se sostiene casi por completo desde la forma, con absoluto desinterés por el contenido. Y no estamos hablando ni hablaremos nunca aquí del famoso mensaje que muchos espectadores esperan recibir durante una función. Sino de la sustancia, del tema, de la filosofía del cine. Si Tarantino tiene un techo, si no puede alcanzar el grado de maestro, no es por su juventud ni por una supuesta impericia técnica (que a todas luces no padece) sino porque su cine es un juego estético puro, destilado de casi cualquier tipo de pensamiento ni de reflexión. Por esta misma razón es que sus películas llevan el goce lúdico como estandarte principal.

No puede polemizarse el tratamiento de la película respecto de la participación de EE.UU. en la guerra ni el hecho de que el guión altere por completo el verídico desenlace de la misma, ni que los norteamericanos tengan un comportamiento en la película que los hace quedar todavía peor que los personajes nazis. No puede polemizarse ni para defenderlo ni para criticarlo, porque está bastante claro que a Tarantino no le interesa reflexionar ni sobre el nazismo ni sobre la existencia humana. Ni tampoco, por más que lo parezca, sobre el cine mismo.

Una posible comparación con el también irónico y provocador Paul Verhoeven y su film, El Libro Negro, marca la diferencia entre un director que tiene una mirada crítica sobre la humanidad y una posición definida sobre su lugar como narrador y sobre el poder del cine, y otro al que solo le interesa recuperar y actualizar el goce de las películas que vio en su juventud. Se trata solo de un juego, de un hermoso juego artístico, provisto por un especialista, que utiliza todos los medios del cine para brindarnos sin nostalgia la síntesis de sus gustos cinematográficos: el cine de clase B, de gangsters, karatecas y vaqueros, y todo lo que alguna vez haya alcanzado esa categoría. Y más allá de esta carencia, cabe aclarar que nadie lo hace mejor que él.

La primer secuencia es sencillamente excelente. La manera en que el director estira el suspenso de la escena, la audacia de dejarla en manos de un actor austríaco desconocido para el público internacional, de usar el diálogo y la cámara para generar tensión, así lo demuestran. Descubrimos en Christoph Waltz a un actor fenomenal, encarnando al Coronel Landa (un nazi apodado "El Caza Judíos") que, pese a asustarnos y a odiarlo, logra que nos termine cayendo simpático. La complejidad de su actuación contrasta con la de Brad Pitt como el Teniente Aldo Raine, líder del grupo militar norteamericano, que dibuja una caricatura, una interpretación que solo en una película como esta puede no desentonar.

Curiosamente, Tarantino -hábil dialoguista- se esfuerza en este film por sostener la credibilidad de los diferentes idiomas y acentos de los personajes. No se trata de una cuestión de credibilidad o fidelidad al estilo Mel Gibson, muy por el contrario, el director utiliza el lenguaje para generar suspenso y desenlaces dramáticos (cuando el Coronel Landa pasa del alemán al inglés; cuando la identidad de un infiltrado está a punto de ser revelada en el sótano; cuando Aldo Raine y sus compañeros, en el mejor chiste de la película, se hacen pasar por italianos; etc.).

Como de costumbre, la trama se divide en capítulos y el realizador nos lleva permanentemente de un lado a otro sin que padezcamos el traslado: de un grupo de soldados norteamericanos que se infiltra en Francia para asesinar nazis, a una judía francesa (en la piel de Mélanie Laurent) que planea una venganza por el asesinato de su familia -sumando a Kill Bill y a Death Proof obtenemos la trilogía de la venganza femenina-, mientras se ve obligada a exhibir en su cine de barrio, la nueva película producida por Goebbels, "El Orgullo de una Nación" (sobre un soldado ario que mata a 350 personas desde una torre, ¡y protagonizada por él mismo!), y es vigilada de cerca por un jerarca nazi con vocación detectivezca que fuma la pipa de Sherlock Holmes.

Trailer de Bastardos sin Gloria Subtitulado:


Comentarios

Anónimo dijo…
Muy claro,muy sencillo, es dificil explicar lo "dificil" de una manera sencilla y eso es lo que logra. Gran pelicula y una muy buena critica.

Mis felicitaciones, Peco.
Darío dijo…
Quiero verla!
muy buena reseña.
Aplausos para las dos criticas...
Nadia dijo…
A mi gusto es una peli excelente! Desde las actuaciones hasta lo técnico... acuerdo perfectamente con la crítica :-)

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