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DOCUMENTALES: «OZZY: NO ESCAPE FROM NOW» LA CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA


A los amantes del rock y de la música en general, el pasado 22 de julio nos llegó una noticia que inmediatamente nos llenó de tristeza: Ozzy Osbourne había fallecido tan sólo unos días después de su emotiva despedida en ese mega evento llamado «Back To The Beginning». Y si bien siempre tuvimos la sensación de que nuestro querido Gordo era inmortal, lo cierto es que sus últimos años fueron un verdadero calvario para su deteriorado cuerpo: caídas, fracturas, cirugías y mala praxis que le causaron un dolor permanente, las cuales se le sumaron al diagnóstico de Parkinson que el cantante venía atravesando desde hacía años. Y precisamente de ese tortuoso camino a la eternidad es de lo que habla “Ozzy: No Escape from Now”, documental que en Argentina puede verse por la plataforma Paramount

“Si mi vida està llegando a su fin, la verdad es que no me puedo quejar”, le confiesa Ozzy a su amada Sharon (la eterna socia, cómplice y villana secundaria) en uno de los tantos momentos íntimos del film que, entre archivos inéditos, testimonios de sus hijos y amigos y recuerdos de la era Sabbath, también se tambalea tembloroso entre dos Ozzys: el superhéroe indestructible que ayudó a inventar el heavy metal y el anciano decrépito que no puede ir al baño sin ayuda. Y es en esa ambivalencia en donde está lo logrado del documental: hay ternura y emoción, pero también una incomodidad brutal a medida que va llegando el conocido desenlace.

Ver al Príncipe de las Tinieblas en una silla de ruedas es como mirar al rock (y a nosotros mismos) envejecer frente a cámara. Y nadie está preparado para eso. Es que, a contramano de lo que planteaba Neil Young en su himno “Hey Hey My My”, “No Escape From Now” deja en claro que, por más que duela, en el caso de Ozzy, no fue mejor “arder que apagarse lentamente”.

A MI LADO, SIEMPRE TÚ. Ozzy y Sharon en un momento del film.

Y es así como se lo muestra a nuestro héroe en un recorrido que comienza en la etapa pre pandemia, donde Ozzy cancela (en primera instancia de manera momentánea) su gira despedida, intentando una recuperación que jamás va a ser completa, y que por el contrario, lo iría imposibilitando cada vez más de alcanzar su objetivo. Y dándole la razón a Pappo (otro que extrañamos), la única salida fue rock: en un principio con colaboraciòn con el rapero Post Malone de la mano del productor Andrew Watt, la cual derivarìa en la grabación de sus dos discos finales de estudio (“Ordinary Man y Patient Number 9), en la inducción como solista al Salón de la Fama del Rock And Roll, y posteriormente a la busqueda de su deseo final: despedirse de su pùblico a lo grande en ese glorioso “Back To The Beginning”


UN DOCUMENTAL PARA SEGUIR DERRAMANDO LÁGRIMAS

En “Ozzy: No Escape from Now”, el Mago de Ozz se enfrenta a su último demonio: el inexorable paso del tiempo en una batalla desigual que lo muestra honesto, pero por momentos confundido y (otra vez parafraseando al viejo Neil) oxidado y por otros, con una lucidez asombrosa. Y el resultado es a prueba de duros. Verlo a Ozzy tan frágil, tan vulnerable y (en definitiva) tan humano, duele. Y por más que en el film, el Gordo hable de la muerte con la misma naturalidad con la que antes hablaba de esnifar hormigas con los Motley Crue, cada mirada perdida y cada balbuceo llega al fondo del corazón y a nuestras glándulas lagrimales.

En definitiva, en una industria que fabrica ídolos descartables, Ozzy tiene finalmente un documental que funciona como su merecida despedida: digna y sin filtros, ni maquillajes o golpes bajos. Porque el Rey se ha muerto, pero no se ha olvidado.

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