El legendario guitarrista británico deslumbró a sus fanáticos en el Luna Park
Emoción y conmoción
Admirado y envidiado por los grandes guitarristas de la historia (desde Eric Clapton a Jimi Hendrix) Jeff Beck siempre fue fiel a sus instintos, y pagó el precio. No llena estadios, no tiene hits, no suena en las radios, no tiene videos rotando en los canales de música y sin embargo un largo capitulo de la historia del rock le pertenece.
Admirado y envidiado por los grandes guitarristas de la historia (desde Eric Clapton a Jimi Hendrix) Jeff Beck siempre fue fiel a sus instintos, y pagó el precio. No llena estadios, no tiene hits, no suena en las radios, no tiene videos rotando en los canales de música y sin embargo un largo capitulo de la historia del rock le pertenece.
Comenzó haciendo rhythm and blues con The Yardbirds, puso su granito de arena en el desarrollo del rock pesado a fines de los '60s con los dos primeros discos (Truth y Beck-ola de oída obligatoria)de su Jeff Beck Group (donde cantaba Rod Stewart y tocaba el bajo Ron Wood), le dijo que no a los Rolling Stones para lanzarse al jazz/fusión como solista con la producción de George Martin, y terminó abrazando la electrónica (en su disco Jeff de 2003) y la música clásica (en el flamante Emotion and commotion que vino a presentar oficialmente).
Con su fama de malhumorado y semejante bagaje musical a cuentas, Jeff Beck pisó por segunda vez un escenario porteño (anteriormente se presentó en 1998 en el Gran Rex)
Gente, a prepararse
Sorpresivamente el encargado de abrir la velada fue Juanse, en plan solista. Acompañado por una sólida banda que incluía en una de las guitarras a Gabriel Carámbula, el líder de los Ratones Paranoicos repasó lo más selecto de su discografía, y se retiró con respetuosos aplausos y algún grito aislado de “Pomelo”
De mejor animo que lo esperado (hasta jugó con el público y se mostró entusiasmado por volver) Beck salió a escena con su clásico look (se mantiene muy bien para sus 66 años) y una puesta austera enfocada a la simplicidad de su guitarra, limpia, sin efectos, ideal para su particular técnica que evita el uso de púas.
Si bien, debido al buen recibimiento obtenido, el repertorio se baso en su más reciente trabajo, también hubo tiempo de repasar varias etapas en la carrera del guitarrista, desde los bluseros primeros tiempos, pasando por la fusión y su acercamiento al jazz, además de varias versiones de viejos clásicos del rock en su inconfundible estilo
Gente, a prepararse
Sorpresivamente el encargado de abrir la velada fue Juanse, en plan solista. Acompañado por una sólida banda que incluía en una de las guitarras a Gabriel Carámbula, el líder de los Ratones Paranoicos repasó lo más selecto de su discografía, y se retiró con respetuosos aplausos y algún grito aislado de “Pomelo”
De mejor animo que lo esperado (hasta jugó con el público y se mostró entusiasmado por volver) Beck salió a escena con su clásico look (se mantiene muy bien para sus 66 años) y una puesta austera enfocada a la simplicidad de su guitarra, limpia, sin efectos, ideal para su particular técnica que evita el uso de púas.
Si bien, debido al buen recibimiento obtenido, el repertorio se baso en su más reciente trabajo, también hubo tiempo de repasar varias etapas en la carrera del guitarrista, desde los bluseros primeros tiempos, pasando por la fusión y su acercamiento al jazz, además de varias versiones de viejos clásicos del rock en su inconfundible estilo
Pero un hombre solo no puede hacer nada, por lo que los tres músicos que conforman su banda también tuvieron su espacio para que se destacaran.
El baterista Narada Michael Walden, (reemplazante del histórico Vinnie Colaiuta) es el motor de la banda. Sin decaer un segundo, se muestra potente en los momentos más eufóricos y sutil, en los más calmos en donde cambia los palillos por las mazas. El tecladista Jason Rebello, es vital en la estructura del show: no solo emula el trabajo orquestal en los momentos más clásicos, sino que también interactúa con la guitarra en dinámicos contrapuntos, además de apuntalar en los coros con varios efectos en su voz. Pero las palmas se las lleva definitivamente la morena bajista Ronda Smith, con una técnica admirable, que comenzó apoyando tímidamente las bases y terminó cantando, soleando, y haciendo slapping y thumping (pellizcando las cuerdas y golpeándolas con el pulgar) ganándose una efusiva ovación de la platea
Los momentos mas destacados del shows fueron People get ready (en plan instrumental), las emotivas versiones de Somewhere over the rainbow y A day in the life, la invitación al
baile en la híper funky I wanna take you higher de Sly and the Family Stone, y el gran finale con Nessun Dorma, el aria de Giacomo Puccini, que resultó la despedida ideal para un show de un músico fuera de serie
Ale "The Critic" Do Carmo
Comentarios
Me comentó que la bajista era tremenda.