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AGENTE INTERNACIONAL (Tom Tykwer): del director de Corre, Lola, Corre y En el Cielo, llega su primer incursión en el género de espionaje. Sorprendentemente, Tykwer logra sostener y adaptar su poderoso estilo visual sin que esto signifique una merma de acción, suspenso y dramatismo. Thriller político de los que no abundan, este film protagonizado por Clive Owen y Naomi Watts cruza al Bourne de Matt Damon con el Michael Clayton de George Clooney y obtiene algo muy superior: una película que sin dejar de hablar del mundo actual, nos sumerge en un clima opresivo de suspenso y vértigo que no da respiro. La película narra la lucha de un grupo de investigadores encabezados por Loius Salinger y Eleonor Whitman (sic), que intentan desbaratar los negocios de un Banco Internacional de Crédito envuelto en la venta de armas a países en conflicto del Tercer Mundo.
El gran talento del director consiste en el manejo del espacio abierto. Terminales, plazas, puentes, terrazas, catedrales. Casi toda la película es un viaje por el mundo a través de espacios abiertos que generan el peligro de la inmensidad, de la intemperie, del anonimato. Agente Internacional nos habla de un mundo que se ha vuelto opresivo aún donde no hay encierro. En muchos aspectos, la película se parece más a El Informante (de Michael Mann, con Russell Crowe y Al Pacino) que ha la trilogía de Bourne o cualquier otra película del género. La mirada política sobre el sistema global, financiero, mafioso e impune que rige el mundo actual, si bien se explicita en varios diálogos y personajes, se sostiene principalmente mediante el clima de paranoia y suspenso que genera su tratamiento audiovisual. Hay varias escenas antológicas, como la que inicia el relato y el enfrentamiento en el museo de Guggenheim. Y también varios homenajes cinéfilos (el más significativo remite a Sed de Mal, de Orson Welles) aprovechados con destreza, sin que aparezcan subrayados en la trama. Basta ver como la película juega con las expectativas que construye para entender donde reside la clave del éxito de Agente Internacional. Siempre nos sorprende, siempre nos atrapa. Cantaba Sabina en Esta boca es mía: "Y tu en el cine sin saber / quién es el malo, mientras la ciudad / se llena de árboles que arden / y el cielo empieza a enrojecer." Un sabor parecido nos provee la ambigüedad de la película respecto de los personajes: buenos que creen que el fin justifica los medios, malos que recuerdan sus ideales, asociaciones entre buenos y malos para sobrevivir, la línea moral de los protagonistas de Agente Internacional avanza zingzageante como un electrocardiograma enloquecido. El pesimismo del film nunca recula, y sus vueltas de tuerca son congruentes con la mirada de todo el largometraje. El poster que adjuntamos es ejemplar sobre el tema narrado por el film, que gracias a la crisis del 2001 ha quedado fuertemente impregnado en la memoria reciente de nuestro país: los protagonistas, muy pequeños, peleando(huyendo). El hipnótipo museo Guggenheim de Nueva York como fondo amplio pero opresivo. Y el slogan: "Controlan tu dinero. Controlan tu gobierno. Controlan tu vida. Y todo el mundo les paga."
AGENTE INTERNACIONAL (Tom Tykwer): del director de Corre, Lola, Corre y En el Cielo, llega su primer incursión en el género de espionaje. Sorprendentemente, Tykwer logra sostener y adaptar su poderoso estilo visual sin que esto signifique una merma de acción, suspenso y dramatismo. Thriller político de los que no abundan, este film protagonizado por Clive Owen y Naomi Watts cruza al Bourne de Matt Damon con el Michael Clayton de George Clooney y obtiene algo muy superior: una película que sin dejar de hablar del mundo actual, nos sumerge en un clima opresivo de suspenso y vértigo que no da respiro. La película narra la lucha de un grupo de investigadores encabezados por Loius Salinger y Eleonor Whitman (sic), que intentan desbaratar los negocios de un Banco Internacional de Crédito envuelto en la venta de armas a países en conflicto del Tercer Mundo.
El gran talento del director consiste en el manejo del espacio abierto. Terminales, plazas, puentes, terrazas, catedrales. Casi toda la película es un viaje por el mundo a través de espacios abiertos que generan el peligro de la inmensidad, de la intemperie, del anonimato. Agente Internacional nos habla de un mundo que se ha vuelto opresivo aún donde no hay encierro. En muchos aspectos, la película se parece más a El Informante (de Michael Mann, con Russell Crowe y Al Pacino) que ha la trilogía de Bourne o cualquier otra película del género. La mirada política sobre el sistema global, financiero, mafioso e impune que rige el mundo actual, si bien se explicita en varios diálogos y personajes, se sostiene principalmente mediante el clima de paranoia y suspenso que genera su tratamiento audiovisual. Hay varias escenas antológicas, como la que inicia el relato y el enfrentamiento en el museo de Guggenheim. Y también varios homenajes cinéfilos (el más significativo remite a Sed de Mal, de Orson Welles) aprovechados con destreza, sin que aparezcan subrayados en la trama. Basta ver como la película juega con las expectativas que construye para entender donde reside la clave del éxito de Agente Internacional. Siempre nos sorprende, siempre nos atrapa. Cantaba Sabina en Esta boca es mía: "Y tu en el cine sin saber / quién es el malo, mientras la ciudad / se llena de árboles que arden / y el cielo empieza a enrojecer." Un sabor parecido nos provee la ambigüedad de la película respecto de los personajes: buenos que creen que el fin justifica los medios, malos que recuerdan sus ideales, asociaciones entre buenos y malos para sobrevivir, la línea moral de los protagonistas de Agente Internacional avanza zingzageante como un electrocardiograma enloquecido. El pesimismo del film nunca recula, y sus vueltas de tuerca son congruentes con la mirada de todo el largometraje. El poster que adjuntamos es ejemplar sobre el tema narrado por el film, que gracias a la crisis del 2001 ha quedado fuertemente impregnado en la memoria reciente de nuestro país: los protagonistas, muy pequeños, peleando(huyendo). El hipnótipo museo Guggenheim de Nueva York como fondo amplio pero opresivo. Y el slogan: "Controlan tu dinero. Controlan tu gobierno. Controlan tu vida. Y todo el mundo les paga."
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