NO DIRECTION HOME
(EE.UU., 2005)
Documental dirigido por Martin Scorsese sobre Bob Dylan.

Dylan y Scorsese. Dos artistas para los que la religiosidad es un factor importante en sus creaciones. Ambos fuertemente autobiográficos. Ambos provocadores: ávidos por provocar a su público, por imponer sus condiciones autorales. La comparación es interesante, porque está no es únicamente la película de Scorsese sobre Dylan. Es también la película de Dylan sobre sí mismo, y -como pasa con todos los grandes autores- otra película de Scorsese sobre Scorsese.
El documental contiene un gran volumen de archivo en distintos formatos, en gran parte inédito hasta el momento, pero también una entrevista a Bob Dylan realizada para la película, con la particularidad de que -dicen- fue filmada por el propio músico sin la participación del director. Esto produce un resultado curioso: hay dos miradas, la de Bob, y la de Martin, que no siempre coinciden. Del lado de cada mirada hay personajes secundarios que la respaldan, imágenes que atestiguan. La confrontación entre estas dos revisiones permite al espectador participar en el debate.
Las preguntas, los disparadores, son los mismos de siempre, esos que a los fanáticos de Robert Zimmerman nos vienen obsesionando durante años: ¿cuál es la fuente, la causa, del primer gran cambio musical de Dylan en los 60? ¿Fue alguna vez un cantante de protesta? ¿En que medida fue abucheado y resistido el primer Dylan eléctrico? Para adentrarse en estos interrogantes, Scorsese va a tomarse un buen tiempo. La primer mitad de las tres horas y veinte minutos que dura el documental repasa los primeros veinte años del músico, buceando en las posibles influencias musicales, literarias, familiares, recorriendo los contextos espacio-temporales que transitó en ese viaje iniciático del pueblito minero de Duluth, Minessota al hospital newyorkino en el que reposaba un moribundo Woody Guthrie. Cuando la primera parte este llegando a su fin, comenzaremos a sentir el peso de la historia, los vientos de cambio. Y en la segunda etapa la película cobrará su peso específico con los acontecimientos que todos esperábamos ver concatenados. La marcha sobre Washington, el asesinato de Kennedy, el Newport Folk Festival del 65 y aquel mítico show en Manchester cuando Dylan es tildado de Judas, mientras golpea con watts a sus seguidores.
Hay otra secuencia que marca un punto de inflexión en la película: se trata del primer corte de manga de Dylan a la politizada comunidad folk. El músico es invitado a dar un discurso en una reunión de Emergencia de los Derechos Humanos. Lo que dice Dylan, por única vez en el film, lo escuchamos a través de la voz de Scorsese. El director sabe que, incluso en los documentales, la forma es el mejor medio de reflexionar sobre el contenido. De la misma manera que Dylan ordenaba a su banda "play fucking louder!" para dejar en claro que ya no tenía nada que ver con el público folk, Scorsese expone su voz como sostén del tajante discurso del músico. Se produce una identificación entre el autor y el personaje. La mirada, por unos minutos, se unifica. La identificación con la platea, limitada a un único y fortalecido punto de vista, se refuerza. Y nuestro deseo se cumple...
Todos somos Bob Dylan.

Comentarios

Anónimo dijo…
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Anónimo dijo…
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