LOS FABULOSOS CADILLACS - La Salvación de Solo y Juan (Sony 2016) ****
Matador, can you hear me?
La separación de Los Fabulosos Cadillacs los encontró en un
gran momento artístico, tras dos discos ambiciosos como Fabulosos Calavera y La
Marcha del Golazo Solitario, donde la banda se mostraba renovada tras la
incorporación del guitarrista Ariel Minimal.
El inevitable regreso en 2008, si bien a nivel convocatoria
excedió las expectativas, a nivel discográfico (con La Luz del Ritmo y El Arte
de la Elegancia) no logro convencer debido a una falta de ambición compositiva y una peligrosa actitud de no innovar.
Para este nuevo disco (el duodécimo en estudio de su carrera) los Cadillacs retoman la senda madurativa de
La Marcha … pero con un giro conceptual más ligado a Tommy o Pet Sounds que
a London Calling o One Step Beyond …. La Salvación de Solo y Juan es una opera rock que cuenta la
historia, en tres actos, de los hermanos
Solo y Juan Clementi, hijos de Averno Clementi, el cuidador del faro Artiglio,
ubicado en los Acantilados de la Bestia.
Como toda ópera rock que se precie de tal, el disco abre con
una obertura (Obertura del Faro) que le da paso a la psicodélica No era para
vos (con unas melodías vocales símil Beach Boys) que introduce la historia, la cual continúa con los ecos acústicos de Navidad y el espíritu de Quadrophenia de los Who en
Juan,
En La Salvación… el baile no está dado ni por el ska ni por
la salsa sino por el swing (en precisamente El Rey del Swing), aunque también encontremos momentos más
intimistas como en la spinetteana El Impacto y hasta incluso quede tiempo para revisitar
el pasado; sobre todo la base de La Tormenta que recuerda a El Genio del Dub y Averno, El Fantasma que funciona como la
versión millennial de Los Condenaditos.
De todos modos lo mejor llega en las canciones insignia de
los dos líderes: el aporte en clave brit
de Vicentico: Canción de Solo para Juan y la hitera El Profesor Galindez con
todo el desparpajo de Flavio, que demuestran que los Cadillacs volvieron en su
mejor forma y, esperemos, para quedarse.
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